agosto 28, 2009

Ni cercas ni mares ni largos años

Así dice Silvio Rodríguez, que pronto estará nuevamente en el Auditorio Nacional.
Digamos que me equivoco. Entonces borro lo que escribí. ¿Diríamos entonces que cambiamos la historia? Esto fue escrito en un foro informal sobre si el pasado se puede cambiar. Hace unos días conocí a alguien con quien he borrado el pasado. Aquí está más complicado. ¿Cómo borras el pasado que no existió?

De dos horas, saco tres vueltas de pensamientos respecto de la sensualidad de su boca, de su mirada, de su voz, de su cabellera y de su cuerpo, o más bien del conjunto, que abre las posibilidades.

Estos pensamientos retumbaban mis oídos mientras leía en un diario viejo una noticia sobre desempleo. Cada día es más defícil encontrar un empleo, sobre todo cuando intentas vivir con tu título de Saltador Cuántico del Tiempo.

Así que después de terminar la nota y deprimirme, decidí volar con el humo del tabaco y alejarme con las notas de Garden de Pearl Jam... Pero pronto desperté. Tocaron la puerta. Me asomo medio cuerpo por la ventana pensando que es Pablo, el vecino de junto que me invita a comer cada dos o tres días.

Es él, o al menos su espalda. Busco cualquier camiseta para evitar una imagen de haragán cuando abra la puerta. Bajo los escalones hasta tomar la manija con la mano izquierda. Paso una última revisión a mi cabello y abro la puerta.

El dolor me viene más fuerte cada vez que quiero abrir los ojos. Dice el médico que no podré tener una vida normal, que muchas cosas cambiaron ahora. Pablo murió instantáneamente, al menos no tiene que estar aquí para intentar abrir los ojos.

Mi pregunta es: ¿Se habrá enterado Pablo de su muerte?

Aquí es donde hago consciente lo inconsciente: Digamos que me equivoco. Entonces borro lo que escribí. Y ella vuelve a aparecer. Con su cabellera, su boca, su voz, su mirada y su cuerpo, con todas las posibilidades que implica.

¿Diríamos entonces que cambiamos la historia?

Silvio, vamos a cambiar la historia. Frente a los prejuicios se ven hermosos y dicen que al fin nunca llegan tarde para que un amor los haga dichosos y así dan cuenta de un buen amor.

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