octubre 27, 2009

Sin paciencia



Se agota mi paciencia. Aprieto los dientes y siento un vacío en el estómago. Los dedos se me engarrotan ante el teclado de la computadora. Mis ojos se entornan y fijan la mira en su imagen del mensajero. Ella, ella, ella. Es como abrir una lata sin abrelatas. A veces, se me antoja saltar a la estrella y abrazarla para quedarme en ella. Pero dudo. Dudo porque mi estrella no contesta mis preguntas. En un principio, me gustó la idea de llevarla de a poco. Ya ha pasado el tiempo y mis exigencias crecieron. Quiero respuestas de su corazón y me evade. ¿Así es como me gusta? Mañana al despertar, brincaré al primer río que encuentre y moriré ahogado de inanición amorosa.

octubre 25, 2009

Hecho en México por... (Adán, un Golem)


Hacia el norte había nubes oscuras que presagiaban el olor a tierra mojada. En Cuernavaca, donde vivía en ese tiempo, la pimavera era sensiblemente más calurosa. Un día, vino un amiga de Zihuatanejo y agradeció la frescura reinante. Así, dejé de sentir calor. Incluso, me propuse exagerar el frío en mi discurso. Otro día, fui al Distrito Federal y no sentí frío, rompí la piñata y gané muchos dulces. ¿Por qué en D.F. ponen dulces en la piñata?

Los focos se apagaron. La estufa no enciende sin cerillos y el café frío es ficticio. Tengo apenas unos minutos antes que se termine de descargar la batería del módem y la de la computadora. (Ladelá, suena bien. Ojalá existiera esa palabra en un idioma de enamorados). Los relámpagos suenan como si esta ocasión de verdad bajaran los cuatro jinetes del apocalipsis, las mareas sobresaltaran las sierras madres, la influenza fuera acarreada por los mosquitos o como si yo no hubiera reenviado una cadena fundamentalista por correo electrónico.

Bajé y revisé los fusibles. Miré por la ventana y no sólo era mi casa sin luz. Toqué la puerta de mi primo que vivía al lado. Esperamos en la calle a que "alguien" arreglara el problema de la falta de luz. Después de media hora, nos acercamos al vecino de enfrente, que tiene un negocio de hamburguesas al carbón. Su angustia radicaba en que si la gente que pasa cada noche por aquí no miraba luz, entonces sus 30 porciones de carne para hamburguesa no lograrían llegar a convertirse en los 900 pesos que esperaba.

A un costado, hay una tienda de abarrotes. Un refrigerador en el interior se derretía sin que la Compañía de Luz Sin Fuerza Del Centro reaccionara desde donde quiera que estuviera su poder de acción. La crema y el queso de los chilaquiles del domingo no podrían llegar a constituirse en sabrosos bocados mañaneros de una famlia entera. En la cuadra, unos cuantos tenían velas de cera, ninguno energía eléctrica.

El domingo nadie en nuestra colonia pudo mirar el partido en que el América acababa con las aspiraciones de las Chivas (¿Cómo puede un equipo de cualquier cosa denominarse y entenderse como "chivas"?). En el coche de mi primo, escuchamos cómo un defensa central aplicaba un sendo cabezazo en el área chica para deja in oportunidad al arquero de Guadalajara. Luego, seguíamos sin luz y quedamos para presentarnos a la mañana siguiente en la presidencia municipal de Cuernavaca para pedir una explicación, aunque más que eso, queríamos de nuevo la energía eléctrica.

El lunes, aún no abrían las puertas del ayuntamiento. Nos cooperamos para comprar tamales y atoles para las seis personas que decidimos levantarnos y caminar. A las nueve en punto, un policía abrió las puertas y nos dijo que esperáramos, claro.

Pasaron cuatro horas desde que salimos del ayuntamiento para poder nuevamente refrigerar nuestra resistencia. Esta ocasión, sirvió al menos para conocernos con los vecinos y saber que tenemos problemas en común. La próxima, no sabemos para qué servirá.

octubre 13, 2009

Gracias por estas primeras 100 visitas

Seguimos con muchas historias malas, peores, incomprensibles y muy humanas.

Una cucaracha salió de la coladera


Subió por la pared. Alcanzó una altura de 30 centímetros y se detuvo. En sus ojos, una oscuridad inmensa. Un nada de profunda tranquilidad. Anduvo un poco más despacio y volvió a detenerse. Las fuerzas le faltaban en sus pequeñas y peludas patas. Sus antenas bailaban sin ritmo, buscando lo perdido, lo ya hace tiempo perdido. Un paso más y cayó. Hay cansancio en su cuerpo. Gira y vuelve a comenzar su andar esta vez hacia la puerta de salida. A paso lento, cargando sus entrañas. ¿Sería capaz de desear que una chancla acabe con su vida? La luz está cerca. Sus antenas comienzan a volverse pesadas y sus patas traseras se atoran con cualquier grieta del piso. El color café oscuro de su coraza también pesa. Esto no debería ser así. La siguiente parada es una esquina oscura de la casa. Bajo un lavadero, a escondidas de cualquier rayo de luz. Cuando las fuerzas se terminan, un grupo de hormigas hacen estremecer el suelo. Vienen con su marcha a recoger el cadáver. Una pata, una antena, un ala... Aquí no hay tiempo para la compasión.

octubre 12, 2009

La conocí en un reflejo



La puerta del primer vagón del tren. La primera puerta detrás del operador del metro. Ahí, el ala izquierda, justo debajo de donde señala "No se recargue en la puerta". Vi tu mirada que se cruzó con la mía. Mi espalda no hacía caso del anuncio que también estaba en este lado, en la puerta que se supone no se abre. Entonces, al entrar al subterráneo podía mirar a tus ojos. Ya había notado mucho antes tu figura, desde 10 estaciones antes, cuando estábamos apretados y yo presentía que era bella, con sólo observar tu cabello largo, castaño rojizo, ligeramente ondulado al final.

Conforme avanzamos hacia la terminal, fui conociéndote en partes. camisa amarilla decorada con flores en tono café, de estilo retro, seguramente que era de tu madre. Falda de un café oscuro, larga un poco más que tu cabello, llegando al tus pies calzados en botas de ante. También conocí tus manos cuando se sujetaban de la barra. Blancas, pequeñas, uñas brillantes, cintas amarradas a las muñecas con mitivo de alguna causa justa.

Cuando vi tus ojos, me sentí muy agradecido de haber tenido paciencia.

Nos besamos en un pasillo del metro Coyoacán. Afuera, el Cine esperaba por nosotros. Apenas salimos, la lluvia nos recibió y creé un mágico andador para que nuestra naciente calentura no se enfriara. Mi mano derecha parecía conocer a tu izquierda. Al llegar a la taquilla, vi en el reflejo del cristal nuestras melenas esponjadas enmarcando un par de sonrisas y un brillo especial en nuestros ojos.

Ayer, te vi pasar a toda prisa en tu coche. A pesar de que no te busco, te veo pasar de vez en cuando, te encuentro en los reflejos. Quizá nunca deje de verte. Ahí donde estás, con quien estás, seguro habrá un cristal y con suerte, volveremos a cruzar las miradas.

Hoy desperté y me rasqué el mentón, la barba sin rasurar de tres días. Eso me reconforta y me saca poco a poco del sueño. Ya no estás. Y cada mañana me doy cuenta. Una y otra vez. Nunca antes viví el amor tan intensamente. No sé si volverá a suceder.

Por si acaso, me voy a rasurar y seguiré mirando por los reflejos.

Un día nací y ahí estaba ella mirándome con ternura.





"Quiero ser suave para evitar tu dureza", dice Cerati en Lago en cielo.

Hoy es un día especial y le pedí a Gustavo que me apoyara con su canción:

Un  lago en en cielo
quiero ser suave
para evitar tu dureza
apago tu fuego
enciende mi agua
puede que no haya certezas.

Luego de una visita al mundo de Christopher, regresé y me encontré con la dureza de la vida. Me gusta salir a pasear y en ocasiones, me siento tan bien que cuando me entero lo difícil que puede ser estar vivo aquí, tengo un ligereo sentimiento de frustración.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos
sé por tu smarcas
cuánto has amado
más de lo que prometiste.

Un robo, un choque, un asalto, 40 mil desempleados, cada día menos consideraciones. El mundo de Christopher hay un lago en cielo y ninguna certeza. Es una casa de campo, preciosa para vacacionar, pero no para vivir ahí. Vuelvo acá que huele a angustia, a soledad.

Hoy te apuré
estaba tan sensible
son espejismos que aumentan la sed
si adelanté no me hagas caso
a veces no puedo con la soledad.

Estoy de pie mientras escribo una historia de algo que pasó cuando dormía. No sé por qué y menos entiendo cómo pasan así las cosas. Las emociones se desbordan por mis ojos ante tanta miseria. Vámonos de aquí, al mundo de Christopher. Pero, aquí podemos hacer un poco más que allá.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos.
Sé por tus marcas
cuanto has dejado
para olvidar lo que hiciste
sentir algo que nunca sentiste

Subo por la escalera y corres tras de mí. Subo a dobles escalones y escucho tu risa que no lo cree. Estamos aquí arriba, piso 17. Frente a nosotros sólo hay aire. Un frío aire que se cuela por tu blusa y me abrazas. Caminamos despacito al norde para mirara hacia abajo. Aquí, en el mundo de Christopher, se siente vértigo cuando te acercas mucho a la orilla, pero la sensación se desvanece cuando te abraza alguien que te quiere.

Sos el paisaje más soñado
y sacudiste las más sólidas tristezas
y respondiste cada vez que te he llamado

Te abrazo y me dices que sientes el frío. Te respondo que quiero saltar. Me dices que saltemos. Te digo que no, que aún no. Me dices que no tenga miedo, te digo que no es miedo, que no es momento. Sabes que tengo miedo. Insisites: ¡saltemos! Te miro, te beso y te digo que aún no. El sol se asoma de atrás de una enorme nube oscura y nos mira con curiosidad. Me preguntas si ya. Asiento con la cabeza. Pongo mi pie izquiero en el borde, te aprietas más a mí. Algunas aves que pasan también nos miran. Allá abajo, un gato gris aguarda moviendo ligeramente la cola. Estasmo de frente al viento, sobre el borde y estamos listos. ¿Ya? Preguntas. Sí, digo y comenzamos el experiemento.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos
un lago en el cielo
es mi regalo
para olvidar lo que hiciste
y sentir algo que nunca sentiste
hacerte sentir
algo que nunca sentiste.

Desde entonces, cada fin de semana vamos al Lago en Cielo del mundo de Christopher con las alas que construimos en tu cama.

¡Feliz cumpleaños!

octubre 07, 2009

Y que se me aparece Gioconda Belli

Cómo pesa el amor

Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como luna
apenas clara entre las luciérnagas.

Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.

Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
cómo pesa el amor
endurecido.

El silencio de Horacio

Esta historia se me entremetió el domingo cuando quería leer la reseña del concierto de Depeche Mode. La pongo porque me pareció muuuuy interesante.

El silencio de Horacio
Carmina Narro

Hace mucho tiempo que nadie pregunta por mí. Me lo dijo Don Julián cuando regresé y no tenía por qué mentir. Preguntó por mi mujer. Le dije que estaba bien para no entrara en explicaciones. Me costó mucho regresar aquí, sentía no sé qué de encontrar la casa vacía. La verdad es que no la he podido olvidar. Tenía un carácter muy difícil, estaba acostumbrada a hacer lo puro que se le daba en gana, nunca tuvo freno; yo al contrario, desde que era niño fui medio timorato. Siempre he sido igual. “Tú, de veras –me decía– que ni hueles ni apestas, Horacio”. Porque me daba igual ir al cine o a bailar, comer tacos o hamburguesas. Y me daba lo mismo porque estaba con ella, pero eso nunca se lo dije. Yo sabía que a veces me tenía miedo. Cuando despertaba y yo estaba viéndole de muy cerca los vellitos del cachete, se asustaba mucho. Nunca he sabido expresarme. Si hubiera podido decirle cómo era su risa, ella habría entendido qué tanto me gustaba oírla. Verla contenta. Nunca pude decírselo y eso que por su risa y por su cuerpo, me casé con ella. “Tú no quieres a nadie –me decía–, ni a tu madre quisiste”. Y yo callado. A la gente le encanta hablar y decir mentiras.

Hace mucho tiempo que no había venido aquí. Todavía está el refresco que dejé destapado, las dos tazas. Supongo que el hecho de no tener familia le hizo mucho daño. Era huérfana y por eso no sabía qué estaba bien y qué estaba mal. En cuanto yo ponía un pie fuera de la casa, ella se metía con cualquiera. Le tuve mucha paciencia, le aguanté muchas porque la quería. Prefería pensar que lo hacía nada más por provocarme y me aguantaba.

La última vez que la vi, estaba dormida. Sentí alivio porque todo el Viaducto de camino a la casa había estado pensando que la iba a encontrar con alguien en mi cama. Me quité los zapatos y me acerqué a gatas para olerla, oler las cobijas, para saber si había estado con alguien. Si olía a sexo. Como siempre, se asustó conmigo cuando abrió los ojos y empezó a insultarme. Siempre ha sido muy malhablada. Le dije que prefería que la golpeara a que me dijera tantas ofensas porque esas no se me iban a olvidar nunca.

Entré a la cocina para tranquilizarme y ella entró mucho rato después. No podía quitarme de la nariz el olor de las cobijas. Como para arreglar las cosas me preguntó si quería un café; tenía agua hirviendo en la estufa. Ni siquiera sentí lo caliente de la olla cuando la eché el agua a la cara.

He tenido mucho tiempo para pensar en mis actos. No me arrepiento. En el fondo lo hice para que ya nadie la volteara a ver, para que nadie quisiera tocarla.

El doctor dice que no quedará bien. M voy a tener que tragar mi orgullo y mañana la voy a buscar para pedirle que regrese. Creo que soy capaz hasta de hincarme si me lo pide. Algo me dice que sí va a volver y va a tener que entender que estando toda quemada, yo soy el único que la puede querer todavía.


Publicado en DÍA SIETE, página 48. Revista 476. 4 de octubre de 2009.


octubre 02, 2009

Me siento de la vil fregada



Por eso, nomás pongo una rola de Morrissey:

LIFE IS A PIGSTY.
It's the same old S.O.S.
But with brand new broken fortunes
And once again I turn to you
Once again I do I turn to you

It's the same old S.O.S.
But with brand new broken fortune
I'm the same underneath
But this you, you surely knew

Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life is a pigsty

And if you don't know this
Then what do you know?
Every second of my life I only live for you
And you can shoot me
And you can throw me off a train
I still maintain
I still maintain

Life, life is a pigsty
Life is a pigsty
And I'd been shifting gears all along my life
But I'm still the same underneath
This you surely knew

I can't reach you
I can't reach you
I can't reach you anymore
Can you please stop time?
Can you stop the pain?
I feel too cold
And now I feel too warm again

Can you stop the pain?
Can you stop the pain?
Even now in the final hour of my life
I'm falling in love again
Again
Again
Again

I'm falling in love again
Again
Again