agosto 14, 2009

Me iré a vivir a un cuarto


porque la casa donde estoy ya es pequeña. No porque haya encogido, es que crecí. Busqué el más barato, el más cercano, el más grande. Resulta que también es el más iluminado y el que más está hecho para mí. La chica con quien hice el trato parece una buena persona. No creo que le importe mucho lo que yo haga, más bien son mis billetes. Pocos, pero igual de valiosos en cualquier parte del país.

La casa tiene dos entradas. En la primera es una puerta negra que da a unas escaleras a un segundo piso. Ahí es donde viviré. La segunda es un portón que se abre para que de día se convierta en tienda de abarrotes. Mi piso, el segundo, tiene una ventana a la calle y dos al patio trasero de la vecina. No tengo vecinos en los costados ni arriba.

La pared de la sala tiene una mancha que, según me dijeron, no se quita con nada, que debe ser algún tipo de resina, grasa o humedad que la pintura no cubre. Que no me preocupe, que no tiene consecuencias. Pero la mancha no se quita con nada. Ya lavé la pared con todo lo que se me ocurrió y nada. La pintura se deshizo al día siguiente de que la cubrí. Al otro lado de la pared no hay nada.

Es mi tercer noche en el departamento y no sé por qué me da tanta curiosidad esta mancha. No me la explico. Es grande, abarca más o menos medio metro de diámetro. Tiene ondas en tono café claro. En el centro se oscurece más. Anoche, sentí que la mancha se movió. Bueno, no como moverse, más bien como vibrar. Percibí una sensación de vibración mientras dormía. Debo decir que me quedé dormido en la sala mirando la mancha. Tiene algún efecto hipnotizante. Esa vibración debe ser de tanto verla.

Hace dos noches que ya no llego a mi cama. Esta vez, al salir de bañarme por la mañana, escuché un ruido que venía de la mancha. Me acerqué para verificar y pude ver por un segundo que las ondas en tono café en la blanca pared se movieron. Encendí el estéreo para relajarme con música, pero la mancha no me lo permitió. Al subir el volumen de mi aparato el sonido se vició lastimando mis oídos y los de muchos alredodor, seguramente.

Hoy fue la televisión. Simplemente no prende. Deber ser la mancha. De pronto, un viento entra por la ventana que da a la calle y derriba un florero con flores secas. El ruido no me sorprendió, pero sí las flores secas que volaron hasta la mancha y se quedaron pegadas a ella. Yo quise tomarlo con calma, pensando que esto debe ser el preámbulo a que se desvele la causa de la mancha. Encendí el último cigarillo que tenía y al arojar el fósforo hacia el piso, también voló hasta la mancha y junto con las flores se fue hundiendo en la pared hasta desparecer.

Saqué mi teléfono celular para tomar una foto de la mancha, pero un ruido que más bien era chillido salió de la pared y brinqué del susto. Mi teléfono se apagó, también mi cigarrillo y el viento agitó mi cabello hacia la mancha. Intenté darme vuelta y no pude dejar de mirarla. Mis manos no respondian a mis órdenes. Ni mis manos ni nigún músculo de mi cuerpo. Ni siquiera podía parpadear. Poco a poco el aire me arrastró hasta ella que abriendo sus fauces, me engulló sin que hasta el momento sepa a causa de qué estaba manchada la pared.

2 comentarios:

  1. Cuando fumes no mires la mancha directamente, jaja
    Lindo cuento Cristop, un beso!

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  2. Uóooorales...
    Me sonó muy lovecraftniano..
    No, espera, más del tipo de Edgar Allan Poe...
    Muy divertido, además. Sonreí en más de una ocasión.
    Deja leo más...

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