diciembre 14, 2009

Perdido

Comencé a caminar siendo las 6 y media de la tarde. Hacía calor y sentía mi sudor correrme el cuello, las sienes y por detrás de las orejas. Quería llegar a un parque, buscar una banca, sentarme y fumar un cigarrillo. Necesitaba pensar, tal vez calmarme, para pensar.

Llevo dos años perdido, desorientado, confundido. No recuerdo cómo llegué a este momento ni porqué.

No encuentro ningún parque. Banquetas malhechas y sucias, llenas de polvo y mierda. No quiero llegar a mi casa, ni a la de nadie; no quiero encontrar caras conocidas ni amadas. Quiero estar solo donde todos me vean. Quiero sentarme, respirar, calmar y pensar.

Tengo ganas de caminar y caminar hasta caer desmayado de cansancio o deshidratación, y que al despertar, todo esto haya sido sólo un pésimo sueño.

También me imagino nadar en competencia contra mí mismo, conteniendo la respiración debajo del agua, con mis gorra de silicona, con mis googles bien ajustados, mi traje de baño de marca. Sentor el agua deslizarse en mi piel, mis pulmones llenos de aire, el esfuerzo en mis músculos por ganar velocidad, no respirar concentrado sin pensar.
Al fin un parque. Bueno, una cancha de futbol, llena de gente, de niños que gritan y de personas con motivaciones.

A veces ni creo que esto sea depresión, sino... una forma alternativa de ver la vida, de vivirla; sin embargo, no ha sido muy satisfactoria. Son días en que el camino se desvanece una y otra vez en cada cien metros. Un laberinto en la oscuridad de mis pensamientos.

De esto que no recuerdo cómo y porqué. De no saber cómo ni hacia dónde es la salida. De no entender lo mejor y lo peor. De no quedar con idea de rumbo, de despiste total, de marcha en silencio, de fuga en latente deseo, de careta y señuelos, de vida a contracorriente.

Ahí estoy de nuevo, en donde me senté a pensar.



noviembre 08, 2009

Hoy también

Bajé de la ruta y comencé a caminar hacia mi casa. Tenía tres pesos en la bolsa que gané en un juego de canicas a dos de mis amigos y a uno de mis enemigos. En la tienda de abarrotes me compré una Barritas de fresa, así el camino a casa sería más amable. El calor escurré por mis mejillas; siento sudar mi cuello. Siempre que paso por este bar Gatos Kid, imagino mil historias de caballeros que salen a buscar un poco de amistad, un partido de billar o solamente no estar solos.

La calle antes de cruzar el campo de béisbol me gusta de día. Es solitaria. Aquí no se escuchan motores, ni cláxones, ni ladridos, ni voces. Se escuchan los pájarosy de vez en cuando la máquina del tren. En la vía, por las tardes, acostumbramos con Lucio y su hermano acomodar latas de refrescos en las vías en espera de que el tren las convierta en figuras artísticas. A veces usamos botellas de vídrio para escuchar el tronido. Una vez, pusimos cuetes dentro de una lata y vaya regaño que nos dieron, casi tan fuerte como el estruendo de la locomotora.

A esta hora, nadie pordría jugar béisbol aquí. Lucio ya debe estar comiendo. Yo aún tendré que ir por las tortillas y cruzar por el pasillo de los perros. Este mes de mayo hace tanto calor. En septiembre el campo de béisbol es verde, ahora está más seco que la barranca de atrás de mi casa.

La casa de Lucio está a tres terrenos de la mía. Desde aquí, ya huele al arroz con jitomáte de mi mamá. Habrá hecho carne de res empanizada, sabe que me gusta mucho. Agua de limón, ensalada de pepino, lechuga, cebolla y chiles manzanos. Sólo falta que yo vaya por las tortillas.

Mi mamá tiene un pequeño radio en la cocina donde siempre escucha sus canciones favoritas y canta con mucha emoción. Mi madre no sería tan feliz si no cantara esas canciones de los Beatles. Acerté. Milanesas de res. Beso a mi mamá y me siento en casa. Un ambiente fresco porque el piso esté recién lavado. Dejo mi mochila junto a la cama, tomo un short  y me quito el pantalón azul del uniforme, también mi camisa roja a cuadros, la doblo y acomodo en la cabecera de mi cama. Afuera, en el patio me espera el árbol de ciruelas para refrescarme aún más. Primero, como cada tarde después de la escuela, voy al limón, corto el más amarillo, lo llevo a lavar a la cocina, mi mamá lo abre y me lo da en una tacita, y yo tomo un poquitito de sal, porque dice mi mamá que si como mucha sal se me va a picar el hígado y a nadie le gusta tener el hígado picado.

Entonces subo a mi árbol, me instalo en lo alto de la copa, corto las hojas más tiernas del ciruelo y las sumerjo en al jugo de limón con sal. Cuando sea científico cmo Einstein, voy a inventar un árbol de ciruelas que dé hojas más grandes y con sabor a chile piquín.

noviembre 02, 2009

Desperté del sueño




Y ella sí estaba junto de mí, casi en la misma posición en que se durmió. Pero había algo de distinto, ya no en ella sino en mí. Como cuando no corre el viento y se mueve un adorno que cuelga del techo. Me sentí un poco de fuera, de más en una conversación que no se recuerda exactamente entre dos amantes.

Sin ruido, todo en oscuridad. Sería yo el único ser despierto a esta hora de la madrugada. La miro y la escucho. Su respiración es pesada. Así como está, con cabellos finos sobre el rostro, la boca ligeramente abierta, callada, seria, distante... Me siento distante de ella. Aunque a veces me atrapa en sus brazos, y me mira y me dice cosas en silencio. Pero no etiendo ese idioma.

Desperté del sueño y vuelvo a tomar la decisión. Me quedo o me voy. La despierto o me acomodo a su cuerpo. Bebo agua o voy al baño. Duermo o sueño.

La próxima vez que la tenga no habrá vuelta para atrás.

octubre 27, 2009

Sin paciencia



Se agota mi paciencia. Aprieto los dientes y siento un vacío en el estómago. Los dedos se me engarrotan ante el teclado de la computadora. Mis ojos se entornan y fijan la mira en su imagen del mensajero. Ella, ella, ella. Es como abrir una lata sin abrelatas. A veces, se me antoja saltar a la estrella y abrazarla para quedarme en ella. Pero dudo. Dudo porque mi estrella no contesta mis preguntas. En un principio, me gustó la idea de llevarla de a poco. Ya ha pasado el tiempo y mis exigencias crecieron. Quiero respuestas de su corazón y me evade. ¿Así es como me gusta? Mañana al despertar, brincaré al primer río que encuentre y moriré ahogado de inanición amorosa.

octubre 25, 2009

Hecho en México por... (Adán, un Golem)


Hacia el norte había nubes oscuras que presagiaban el olor a tierra mojada. En Cuernavaca, donde vivía en ese tiempo, la pimavera era sensiblemente más calurosa. Un día, vino un amiga de Zihuatanejo y agradeció la frescura reinante. Así, dejé de sentir calor. Incluso, me propuse exagerar el frío en mi discurso. Otro día, fui al Distrito Federal y no sentí frío, rompí la piñata y gané muchos dulces. ¿Por qué en D.F. ponen dulces en la piñata?

Los focos se apagaron. La estufa no enciende sin cerillos y el café frío es ficticio. Tengo apenas unos minutos antes que se termine de descargar la batería del módem y la de la computadora. (Ladelá, suena bien. Ojalá existiera esa palabra en un idioma de enamorados). Los relámpagos suenan como si esta ocasión de verdad bajaran los cuatro jinetes del apocalipsis, las mareas sobresaltaran las sierras madres, la influenza fuera acarreada por los mosquitos o como si yo no hubiera reenviado una cadena fundamentalista por correo electrónico.

Bajé y revisé los fusibles. Miré por la ventana y no sólo era mi casa sin luz. Toqué la puerta de mi primo que vivía al lado. Esperamos en la calle a que "alguien" arreglara el problema de la falta de luz. Después de media hora, nos acercamos al vecino de enfrente, que tiene un negocio de hamburguesas al carbón. Su angustia radicaba en que si la gente que pasa cada noche por aquí no miraba luz, entonces sus 30 porciones de carne para hamburguesa no lograrían llegar a convertirse en los 900 pesos que esperaba.

A un costado, hay una tienda de abarrotes. Un refrigerador en el interior se derretía sin que la Compañía de Luz Sin Fuerza Del Centro reaccionara desde donde quiera que estuviera su poder de acción. La crema y el queso de los chilaquiles del domingo no podrían llegar a constituirse en sabrosos bocados mañaneros de una famlia entera. En la cuadra, unos cuantos tenían velas de cera, ninguno energía eléctrica.

El domingo nadie en nuestra colonia pudo mirar el partido en que el América acababa con las aspiraciones de las Chivas (¿Cómo puede un equipo de cualquier cosa denominarse y entenderse como "chivas"?). En el coche de mi primo, escuchamos cómo un defensa central aplicaba un sendo cabezazo en el área chica para deja in oportunidad al arquero de Guadalajara. Luego, seguíamos sin luz y quedamos para presentarnos a la mañana siguiente en la presidencia municipal de Cuernavaca para pedir una explicación, aunque más que eso, queríamos de nuevo la energía eléctrica.

El lunes, aún no abrían las puertas del ayuntamiento. Nos cooperamos para comprar tamales y atoles para las seis personas que decidimos levantarnos y caminar. A las nueve en punto, un policía abrió las puertas y nos dijo que esperáramos, claro.

Pasaron cuatro horas desde que salimos del ayuntamiento para poder nuevamente refrigerar nuestra resistencia. Esta ocasión, sirvió al menos para conocernos con los vecinos y saber que tenemos problemas en común. La próxima, no sabemos para qué servirá.

octubre 13, 2009

Gracias por estas primeras 100 visitas

Seguimos con muchas historias malas, peores, incomprensibles y muy humanas.

Una cucaracha salió de la coladera


Subió por la pared. Alcanzó una altura de 30 centímetros y se detuvo. En sus ojos, una oscuridad inmensa. Un nada de profunda tranquilidad. Anduvo un poco más despacio y volvió a detenerse. Las fuerzas le faltaban en sus pequeñas y peludas patas. Sus antenas bailaban sin ritmo, buscando lo perdido, lo ya hace tiempo perdido. Un paso más y cayó. Hay cansancio en su cuerpo. Gira y vuelve a comenzar su andar esta vez hacia la puerta de salida. A paso lento, cargando sus entrañas. ¿Sería capaz de desear que una chancla acabe con su vida? La luz está cerca. Sus antenas comienzan a volverse pesadas y sus patas traseras se atoran con cualquier grieta del piso. El color café oscuro de su coraza también pesa. Esto no debería ser así. La siguiente parada es una esquina oscura de la casa. Bajo un lavadero, a escondidas de cualquier rayo de luz. Cuando las fuerzas se terminan, un grupo de hormigas hacen estremecer el suelo. Vienen con su marcha a recoger el cadáver. Una pata, una antena, un ala... Aquí no hay tiempo para la compasión.

octubre 12, 2009

La conocí en un reflejo



La puerta del primer vagón del tren. La primera puerta detrás del operador del metro. Ahí, el ala izquierda, justo debajo de donde señala "No se recargue en la puerta". Vi tu mirada que se cruzó con la mía. Mi espalda no hacía caso del anuncio que también estaba en este lado, en la puerta que se supone no se abre. Entonces, al entrar al subterráneo podía mirar a tus ojos. Ya había notado mucho antes tu figura, desde 10 estaciones antes, cuando estábamos apretados y yo presentía que era bella, con sólo observar tu cabello largo, castaño rojizo, ligeramente ondulado al final.

Conforme avanzamos hacia la terminal, fui conociéndote en partes. camisa amarilla decorada con flores en tono café, de estilo retro, seguramente que era de tu madre. Falda de un café oscuro, larga un poco más que tu cabello, llegando al tus pies calzados en botas de ante. También conocí tus manos cuando se sujetaban de la barra. Blancas, pequeñas, uñas brillantes, cintas amarradas a las muñecas con mitivo de alguna causa justa.

Cuando vi tus ojos, me sentí muy agradecido de haber tenido paciencia.

Nos besamos en un pasillo del metro Coyoacán. Afuera, el Cine esperaba por nosotros. Apenas salimos, la lluvia nos recibió y creé un mágico andador para que nuestra naciente calentura no se enfriara. Mi mano derecha parecía conocer a tu izquierda. Al llegar a la taquilla, vi en el reflejo del cristal nuestras melenas esponjadas enmarcando un par de sonrisas y un brillo especial en nuestros ojos.

Ayer, te vi pasar a toda prisa en tu coche. A pesar de que no te busco, te veo pasar de vez en cuando, te encuentro en los reflejos. Quizá nunca deje de verte. Ahí donde estás, con quien estás, seguro habrá un cristal y con suerte, volveremos a cruzar las miradas.

Hoy desperté y me rasqué el mentón, la barba sin rasurar de tres días. Eso me reconforta y me saca poco a poco del sueño. Ya no estás. Y cada mañana me doy cuenta. Una y otra vez. Nunca antes viví el amor tan intensamente. No sé si volverá a suceder.

Por si acaso, me voy a rasurar y seguiré mirando por los reflejos.

Un día nací y ahí estaba ella mirándome con ternura.





"Quiero ser suave para evitar tu dureza", dice Cerati en Lago en cielo.

Hoy es un día especial y le pedí a Gustavo que me apoyara con su canción:

Un  lago en en cielo
quiero ser suave
para evitar tu dureza
apago tu fuego
enciende mi agua
puede que no haya certezas.

Luego de una visita al mundo de Christopher, regresé y me encontré con la dureza de la vida. Me gusta salir a pasear y en ocasiones, me siento tan bien que cuando me entero lo difícil que puede ser estar vivo aquí, tengo un ligereo sentimiento de frustración.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos
sé por tu smarcas
cuánto has amado
más de lo que prometiste.

Un robo, un choque, un asalto, 40 mil desempleados, cada día menos consideraciones. El mundo de Christopher hay un lago en cielo y ninguna certeza. Es una casa de campo, preciosa para vacacionar, pero no para vivir ahí. Vuelvo acá que huele a angustia, a soledad.

Hoy te apuré
estaba tan sensible
son espejismos que aumentan la sed
si adelanté no me hagas caso
a veces no puedo con la soledad.

Estoy de pie mientras escribo una historia de algo que pasó cuando dormía. No sé por qué y menos entiendo cómo pasan así las cosas. Las emociones se desbordan por mis ojos ante tanta miseria. Vámonos de aquí, al mundo de Christopher. Pero, aquí podemos hacer un poco más que allá.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos.
Sé por tus marcas
cuanto has dejado
para olvidar lo que hiciste
sentir algo que nunca sentiste

Subo por la escalera y corres tras de mí. Subo a dobles escalones y escucho tu risa que no lo cree. Estamos aquí arriba, piso 17. Frente a nosotros sólo hay aire. Un frío aire que se cuela por tu blusa y me abrazas. Caminamos despacito al norde para mirara hacia abajo. Aquí, en el mundo de Christopher, se siente vértigo cuando te acercas mucho a la orilla, pero la sensación se desvanece cuando te abraza alguien que te quiere.

Sos el paisaje más soñado
y sacudiste las más sólidas tristezas
y respondiste cada vez que te he llamado

Te abrazo y me dices que sientes el frío. Te respondo que quiero saltar. Me dices que saltemos. Te digo que no, que aún no. Me dices que no tenga miedo, te digo que no es miedo, que no es momento. Sabes que tengo miedo. Insisites: ¡saltemos! Te miro, te beso y te digo que aún no. El sol se asoma de atrás de una enorme nube oscura y nos mira con curiosidad. Me preguntas si ya. Asiento con la cabeza. Pongo mi pie izquiero en el borde, te aprietas más a mí. Algunas aves que pasan también nos miran. Allá abajo, un gato gris aguarda moviendo ligeramente la cola. Estasmo de frente al viento, sobre el borde y estamos listos. ¿Ya? Preguntas. Sí, digo y comenzamos el experiemento.

Vamos despacio
para encontrarnos
el tiempo es arena en mis manos
un lago en el cielo
es mi regalo
para olvidar lo que hiciste
y sentir algo que nunca sentiste
hacerte sentir
algo que nunca sentiste.

Desde entonces, cada fin de semana vamos al Lago en Cielo del mundo de Christopher con las alas que construimos en tu cama.

¡Feliz cumpleaños!

octubre 07, 2009

Y que se me aparece Gioconda Belli

Cómo pesa el amor

Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como luna
apenas clara entre las luciérnagas.

Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.

Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
cómo pesa el amor
endurecido.

El silencio de Horacio

Esta historia se me entremetió el domingo cuando quería leer la reseña del concierto de Depeche Mode. La pongo porque me pareció muuuuy interesante.

El silencio de Horacio
Carmina Narro

Hace mucho tiempo que nadie pregunta por mí. Me lo dijo Don Julián cuando regresé y no tenía por qué mentir. Preguntó por mi mujer. Le dije que estaba bien para no entrara en explicaciones. Me costó mucho regresar aquí, sentía no sé qué de encontrar la casa vacía. La verdad es que no la he podido olvidar. Tenía un carácter muy difícil, estaba acostumbrada a hacer lo puro que se le daba en gana, nunca tuvo freno; yo al contrario, desde que era niño fui medio timorato. Siempre he sido igual. “Tú, de veras –me decía– que ni hueles ni apestas, Horacio”. Porque me daba igual ir al cine o a bailar, comer tacos o hamburguesas. Y me daba lo mismo porque estaba con ella, pero eso nunca se lo dije. Yo sabía que a veces me tenía miedo. Cuando despertaba y yo estaba viéndole de muy cerca los vellitos del cachete, se asustaba mucho. Nunca he sabido expresarme. Si hubiera podido decirle cómo era su risa, ella habría entendido qué tanto me gustaba oírla. Verla contenta. Nunca pude decírselo y eso que por su risa y por su cuerpo, me casé con ella. “Tú no quieres a nadie –me decía–, ni a tu madre quisiste”. Y yo callado. A la gente le encanta hablar y decir mentiras.

Hace mucho tiempo que no había venido aquí. Todavía está el refresco que dejé destapado, las dos tazas. Supongo que el hecho de no tener familia le hizo mucho daño. Era huérfana y por eso no sabía qué estaba bien y qué estaba mal. En cuanto yo ponía un pie fuera de la casa, ella se metía con cualquiera. Le tuve mucha paciencia, le aguanté muchas porque la quería. Prefería pensar que lo hacía nada más por provocarme y me aguantaba.

La última vez que la vi, estaba dormida. Sentí alivio porque todo el Viaducto de camino a la casa había estado pensando que la iba a encontrar con alguien en mi cama. Me quité los zapatos y me acerqué a gatas para olerla, oler las cobijas, para saber si había estado con alguien. Si olía a sexo. Como siempre, se asustó conmigo cuando abrió los ojos y empezó a insultarme. Siempre ha sido muy malhablada. Le dije que prefería que la golpeara a que me dijera tantas ofensas porque esas no se me iban a olvidar nunca.

Entré a la cocina para tranquilizarme y ella entró mucho rato después. No podía quitarme de la nariz el olor de las cobijas. Como para arreglar las cosas me preguntó si quería un café; tenía agua hirviendo en la estufa. Ni siquiera sentí lo caliente de la olla cuando la eché el agua a la cara.

He tenido mucho tiempo para pensar en mis actos. No me arrepiento. En el fondo lo hice para que ya nadie la volteara a ver, para que nadie quisiera tocarla.

El doctor dice que no quedará bien. M voy a tener que tragar mi orgullo y mañana la voy a buscar para pedirle que regrese. Creo que soy capaz hasta de hincarme si me lo pide. Algo me dice que sí va a volver y va a tener que entender que estando toda quemada, yo soy el único que la puede querer todavía.


Publicado en DÍA SIETE, página 48. Revista 476. 4 de octubre de 2009.


octubre 02, 2009

Me siento de la vil fregada



Por eso, nomás pongo una rola de Morrissey:

LIFE IS A PIGSTY.
It's the same old S.O.S.
But with brand new broken fortunes
And once again I turn to you
Once again I do I turn to you

It's the same old S.O.S.
But with brand new broken fortune
I'm the same underneath
But this you, you surely knew

Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life, life is a pigsty
Life is a pigsty

And if you don't know this
Then what do you know?
Every second of my life I only live for you
And you can shoot me
And you can throw me off a train
I still maintain
I still maintain

Life, life is a pigsty
Life is a pigsty
And I'd been shifting gears all along my life
But I'm still the same underneath
This you surely knew

I can't reach you
I can't reach you
I can't reach you anymore
Can you please stop time?
Can you stop the pain?
I feel too cold
And now I feel too warm again

Can you stop the pain?
Can you stop the pain?
Even now in the final hour of my life
I'm falling in love again
Again
Again
Again

I'm falling in love again
Again
Again

septiembre 30, 2009

La sigo por su nombre

A través del espejo, de la televisión, de la luna, de la computadora, de una nube, de una ventana, del agua que corre, de la que cae. La sigo porque quiero descifrarla. Me obsesiona saber qué hay de su nombre en ella, de ella en su nombre. La espío todo el tiempo y encuentro pistas. Mira con ternura, hasta que le viene una idea. Entonces sus ojos brillan y se concentra. Mira al cielo, va y regresa, se toma la cintura, se muerde un labio, gira de pronto y su cabello vuela, acomodándose nuevamente en su espalda. Su idea se convierte en oración y la comenta con el aire. Aplaude, repite la frase frente al espejo y sonríe.

Al salir de su departamento, la sigo hasta un taxi donde pide al chofer que sea rápido. Voy tras ella y descubro el diario donde trabaja. Saluda a un hombre que va de salida. Ella anda con prisa. Se detiene sólo a registrase en la recepción. Se vuelve hacia el elevador y me quedo contemplando su melena volar. Piso 1, 2, 3, 4... La miro por el reflejo de las paredes de metal. Se nota su impaciencia. Las uñas largas y llenas de colorida imaginación suenan una marcha que intenta apresurar las poleas de esta vieja cabina.

Al fin, se abre la puerta y ahí está él. La espera con una sonrisa cómplice que ella no ignora. Sus brazos se buscan y se aprietan. Terminan convertidos en uno solo a través de la boca. Yo me quedo observando, desde afuera, como siempre.


septiembre 28, 2009

Tuve la necesidad de amar


y encontré una canción con la que luego de oírla tres veces, me emocioné con ella. Conseguí que se me apareciera con frecuencia, luego la tuve conmigo y la agregué a mi ipod. Hice una lista de reproducción donde sólo ella aparecía. Se repetía una y otra vez. La puse cuando salí a correr a la cancha de futbol. Se repetía indefinidamente. Me bañé y mientras planchaba mi camisa, la seguí escuchando. La escuché de camino a la oficina. Durante todo el trayecto hasta que me la aprendí perfectamente. La disfruté en cada frase, en cada palabra. Es una canción que no habla de mí y no le importa que me identifique con ella. Es una canción muy respetuosa.

En la oficina no pude escuchar a nadie porque tenía los audífonos puestos escuchando esta canción. Las personas me hablaban y sólo miraba sus bocas moverse, me hacían gestos que parecían señalar a mis oídos. No supe qué querían. Pero así es cuando uno está enamorado de una canción. No quieres dejar de escucharla. De regreso a casa, iba en la ruta y una chica me sonrió, me miraba con insistencia. Por un momento pensé que quería decirme algo, no quise saber. Estaba ocupado escuchando mi canción. También en el metro, los vendedores venían con sus bocinas, pero no los escuché.

Por la noche, después de repetir su letra innumerables veces, me quedé dormido, con los audífonos puestos, escuchando esta canción. En sueños, mi cerebro siguió escuchando sus acordes y seguramente las letras. Cuando desperté, la batería de mi reproductor se había terminado y no sé cuánto tiempo dejé de escuchar la canción.

Entonces me sentí confundido. ¿Estaba enamorado de ella? ¿Cómo confirmarlo? Sólo tengo unos días de conocerla. Ha pasado tiempo desde que estuve enamorado, no sé si puedo reconocer la sensación. Además, me he vuelto cobarde con el amor. Como lo veo, hay dos opciones: sigo escuchando la canción hasta el infinito sin pensar qué pueda suceder o me relajo y voy por otro disco a la tienda.

En este día, pasaba la lista de reproducción con la canción ahí, pero la ignoraba para no escucharla esta vez. De alguna manera, sólo la evité. Soy mezquino a veces. Me muestro indiferente y en realidad lo soy. La canción ya pasó de moda y sigo escuchando otras canciones. En el fondo de mi ser, he olvidado su melodía; pero a ratos, cuando la soledad me abraza, la escucho suavecita y me martiriza saber que alguien más la escucha. Entonces, el insomnio se asocia y me agobio pensando en ella, en lo miserable que soy.

Así he olvidado mil canciones y ellas me han olvidado a mí.

Hoy desperté y estaba escuchando la canción. Se programó a voluntad o por casualidad. ¡Qué bello amanecer con ella a mi lado! Sentir sus armonías acariciando mis oídos, mi cerebro, mi espíritu. Nunca más volveré a dejar de escucharla. Al menos, hasta que grabe otra canción.

El fin de semana


me di tiempo para caminar por la Ciudad de México. Anduve de aquí para allá, con los zapatos mojados, con el cabello amarrado, con la mochila llena y mi botella de agua. Pasé por la calle Comercio y Administración en Copilco, donde vivía mi prima. Fui testigo del pánico chilango por quedarse atorado en el tráfico. Sobre la Avenida Insurgentes Sur, el tráfico comenzó de sur a norte cuando desalojaron el Estadio Olímpico Universitario en CU, luego del empate (seguramente aburridísimo) entre Pumas y Chivas. Los autos avanzaban a vuelta de rueda mientras caminaba hacia el Centro Cultural Universitario. En la entrada que lleva a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, algunos conductores decidieron dar vuelta, entrar en sentido contrario al circuito de CU y ocasionar aún más problemas para avanzar. Sólo tenían que esperar un poco a que se desalojara el estadio, pero el pánico ya es estilo de vida en el Distrito.

Prefiero caminar por dentro de CU. Recordé a muchas personas cuando caminé por las facultades de Derecho, Filosofía, Trabajo Social. Pasé por Las Islas y una mariposa de ojos claros me siguió por el costado. Traté de mantener el equilibrio sobre la línea amarilla de la banqueta, pero ella, jugando, me empujaba a la calle. A veces me mostraba su lengua para sonreírme.

En un cruce del camino, mi intención era andar por la izquierda. Ella me cuestionó con esos hermosos ojos que tiene. Voló hacia la derecha y la seguí. Llegamos ante la primera escultura donde se detuvo. Entonces la contemplé. Su delicado cuerpo era color amarillo. Alas que simulaban perfectamente dos abanicos unidos en el medio por una figurilla esbelta, coronada con dos finas antenas que ligeramente terminaban en espiral hacia dentro. Sus ojos claros pero sin fondo. El tono más oscuro marcaba más la diferencia entre su cintura y su cadera. Brazos delgados y largos, manos suaves y amables, boca pequeña y dulce.

Tomé mi cámara para perdurar el instante en fotografía, pero ella voló rápidamente al fondo, hacia las otras esculturas, fechadas en 1980. La seguí y busqué entre las yerbas, los árboles y esculturas. De pronto, apareció de atrás de una enorme piedra oscura, un enorme trozo de lava sólida, para posarse en mi nariz y besarme. Me estremecí cuando su lengua buscó la mía. Cerré los ojos como no queriendo que esto fuera a terminar, sentí sus alas abrazarme y con sus manos acariciar mi rostro. Sentí su figura pegarse a mi cuerpo y sus alas seguían apretándome. Poco a poco fui bajando la intensidad de mi respiración. Se fue haciendo lenta, cada vez sentía menos necesidad de respirar con el gusto que esta hada inesperada me entregaba en cada caricia. El aire dejó de llenar mis pulmones, su lengua hurgaba en mi interior y me daba, boca a boca, la esencia misma del amor... hasta que perdí la conciencia.

septiembre 24, 2009

Cerré los ojos

para volver a dormirme. Así cerrados, comencé a ver una serie de luces verdes con movimientos imprecisos y absolutamente desordenados, de muchos tamaños y velocidades. Amplias figuras de estrellas convirtiéndose en círculos, en manchas y en puntos.

Todo el movimiento era en color verde, sobre un fondo oscuro. Así debe ser el universo, así debe sentirse allá afuera. Escuchaba mi corazón, pero también el tuyo. Tu respiración pesada. Dormías profundamente. Me gusta saber que estás junto a mí en noches como esta, en que afuera el cielo parece que quiere llegar al fin. La lluvia se colaba en pequeñísimas gotas hasta mí, era una brisa riquísima para calmar el calor que sentía. Me giré un poco cuando un relámpago iluminó nuestra habitación. Recordé que cuando tenía 5 años, mi mayor temor estaba en el cielo y no era dios, sino esta clase de truenos.

Me abracé a ti, buscando que me contagiaras tu sueño. Cerré los ojos de nuevo y veía estas luces verdes, inacabables. De vez en vez, el fondo oscuro se iluminaba y yo apretaba los dientes, venía un rayo. Tu indiferencia al fin del mundo del que yo era testigo sólo me daba más miedo. Si estuvieras despierta, sentirías el mismo temor que yo, pero de mi parte sólo habría seguridad, actuada, pero algo al menos.

El sudor me obliga a desprenderme de ti otra vez. Retiro la sábana porque la humedad ya es insoportable. Nomás que deje de llover tan feo, me iré a bañar. Se me ocurre un juego, cada vez que se ilumine tu rostro con un relámpago, tomaré una fotografía para ver los efectos que puedo lograr. Un trueno acaba con mi iniciativa y me escondo bajo de una almohada, pero no por mucho tiempo. Las luces verdes vuelven a no permitirme descansar. ¿Cómo sería no ver absolutamente nada? Siempre que cierro los ojos veo algo. ¿Qué verá una persona que nació ciega? ¿Qué imágenes puede colocar el cerebro si no las vio nunca? ¿O sí las ve?

Son muchas preguntas para estas horas de la madrugada y con un clima tan feo. Lo mejor será seguir durmiendo. Estoy seguro que no tendría miedo si estuviéramos haciendo el amor. ¿Le habrá sucedido a alguna pareja ser alcanzados por un rayo mientras unían sus carnes?

No puedo, ella descansa profundamente. Mañana que me levante, voy a inventar una grabadora de imágenes que se ven cuando cierras los ojos.

septiembre 23, 2009

A veces recuerdo

que saliendo del instituto, nos veíamos con ella para ir a casa. Siempre me recibía con su sonrisa metálica, amable y con frenos. Comenzábamos a caminar por ese callejón despidiéndonos de muchos amigos, sonrientes, contentos. Ambos disfrutábamos de andar juntos. Ella vivía muy cerca, a unas 6 calles. Yo debía llegar al centro de la ciudad, unos 2 kilómetros y tomar un bus por 15 minutos.

No recuerdo exactamente qué hablábamos, pero sí que nos reíamos mucho. Era divertido mirarnos, saber que nos gustábamos tanto y que ninguno haría algo al respecto, aparentemente. Al llegar a una avenida amplia, nos separábamos para seguir nuestros caminos; tardábamos más de media hora en despedirnos, sabiendo que al otro día estaríamos juntos todo el curso y nuevamente nuestro andar.

Un día decidió acompañarme cada día hasta el centro de la ciudad. Caminábamos por calles empedradas tan sólo por el hecho de seguir hablando, decía ella, de seguir sonriendo, decía yo. Pasábamos un puente donde nos deteníamos a lanzar piedras, a estirarnos hacia el agua para mojar los pies desnudos y refrescarnos. A veces, preferíamos salpicarnos y atacarnos de risa. Un día, refrescaba mi pie izquierdo, perdí el equilibrio y quedé mojado hasta las piernas. Ese día conocí sus verdaderas carcajadas.

Así fue ese curso, medio año en que fuimos felices. Después nos hicimos novios y todo se fue a la mierda.

septiembre 17, 2009

Bajé por las escaleras desde el sexto piso


Miraba hacia la ventana en cada entrepiso. A lo lejos, las montañas cubiertas por una fina niebla. Pisos más abajo, ya se notaban los anuncios espectaculares, las calles húmedas por la lluvia que aún caía levemente. Un poco más abajo, y yo pensaba en lo lejos que me gustaría estar en ese momento, en lugar de seguir respirando el aire con olor a medicina y enfermos, sobre todo enfermos.

En el metro, después de 8 estaciones se ha vaciado bastante. Sólo quedamos un ebrio dormido en el extremo del vagón, una señora indigente que habla sola a dos espacio de mí y yo, un solitario que ha visto a la muerte cara a cara.

Caminando por los pasillos para transbordar, se me ocurre que afuera ha caído una meteorito que ha convertido a la humanidad en zombies, que por eso todos los que entran tienen ese aire tan sinistro. La muerte anda cerca. Huele.

Bien, entre las criaturas nocturnas que comienzan a emerger en esta ciudad, sigo mi paso cada vez más aprisa, lo reconozco, porque algo de miedo se apodera del ritmo de los latidos de mi corazón. Tengo alguna angustia por llegar a casa.

Quiera llamarla y conversar; era una manera efectiva de evadir mis incontrolables emociones del pasado. Pero ya no puedo. ¿Que qué hay después de que cierras los ojos? ¿Después que sacas el resto de aire? No queda nada, por eso aterra.

Al salir a la superficie, me estaba esperando. Estaba tranquila y fumando un cigarrillo. No me miró mientras caminé a ella, seguía mirando al piso, esperándome. Por la tarde, cuando la vi, no fue necesario que me dijera nada. Todo lo entendí con su mirada, hueca, vacía.

Llegado el momento no hay vuelta atrás. Qusiera conversar con ella por última vez. ¿Aquí nadie cumple deseos? Lo que me aterra es dejar de estar aquí. Siempre me gustó estar vivo, desde que despertaba por la mañana, hasta los sueños más extraños e incomprensibles. Me gustaba, de niño, despertarme para ir a la escuela. Me gustaba saber que comería el desayuno que mi mamá preparaba tan rico, siempre tan rico. También me gustaba tener que viajar una hora en bus para llegar a la escuela, cuando apenas tenía 8 años. Eran mis aventuras. Me gustaba llegar a casa y resolver la tarea, leer todo lo que podía hasta que tuviera que ir por las torillas o sentarme a comer. Conocí todo de Australia. También del camino a la tortillería. Había que sortear a esos perros que me hacían la vida imposible. Les temía, pero aspiraba a que un día fuéramos amigos.

Lo que me aterra es dejar de estar aquí. En mis años de adolescente cometí muchos errores. Tomé las peores decisiones y desperdicié buenos sentimientos. Aunque siempre con la posbilidad de seguir adelante. Lo que me aterra es dejar de sentir. Recuerdo de un día que tuve en mi mano un primer seno. Esa sensaión tan suave y tan prohibida. Tan cálida y tan imborrable. Su nombre era Nancy. Hoy, quisiera llamarla y conversar con ella, aunque tenga otro nombre o sea mi último amor, pero ya no es posible.

Lo que me aterra es dejar de estar aquí. No me olvido de haberme sentido bien con algunas personas y mal con otras, como profesional siempre tuve una buena intención. A veces, me equivoqué. No dejé un mal sabor de boca en mi paso por estas calles de vida, aunque hoy sí, melancólicas.

Y aunque me aterra dejar de estar aquí, dejar de sentir, de mirar, de respirar, de oler y de sentirme amado, la felicidad no me abandona. Nunca fue un estado de ánimo, no me abandona ahora porque es un razgo de mi personalidad. Así que escojo mi mejor sonrisa, llego a con mi cita, tomo su huesuda mano y le digo que estoy aquí, listo para partir.

septiembre 09, 2009

Alguien toca la puerta

Alguien toca la puerta, alguien suena la campana. Hazme un favor, abre la puerta y déjalos entrar.

Son ellos a los que siempre quiero aquí, junto a nosotros, con su música, con su ánimo, con sus ganas.

Alguien toca la puerta.

Aquí estamos esperando por ellos. ¿Cuántas veces les has negado la entrada, tonto?

Abre tu puerta al amor, no seas cobarde. Abre la puerta que están afuera. ¿Qué pasa contigo? Están ahí, abre la puerta y déjalos entrar.

Suenan con su marcha, vienen de lejos, están aquí, han llegado, hazme un favor, abre la puerta y déjalos entrar.

Vienen tocando, haciendo ruido, vienen por ti. Están por ti, abre la puerta.

Te grito desesperado, abre la puerta. Están aquí, déjalos entrar.

Yayayayayaya. Están aquí, sólo baja, abre la puerta y déjalos entrar.

Tocan la puerta, suenan el timbre. Gracias Paul. Es alguien. No preguntes, abre la puerta.

No te pierdes ni dejas de ser. Tocan la puerta. Ábrela. Recíbelos.

Alguien toca la puerta, alguien suena el timbre. Ahí están, escucha, pon atención. Todos deberían escuchar esto. Todos deberían abrir la puerta.

Hazme un favor: abre la puerta y déjalos entrar.

http://www.youtube.com/watch?v=fS4TtIVORa0

septiembre 07, 2009

Quédate a dormir


Aquí viene mi amigo Joaquín Sabina y me ayuda con esto:

La cuatro y media, quédate a dormir
Está lloviendo, dónde vas a ir.
Si ya no queda un sitio abierto en esta ciudad
Anda sécate el pelo que te vas a enfriar.

Desperté durante la madrugada porque tenía dolor abdominal. Quité su brazo de mi pecho con cuidado para no despertarla, pero cómo iba a despertar si estaba exhausta. Lo lindo de estar en el baño a las 4 AM radica especialmente en la quietud (no la que se aspira) que hay en el ambiente.

Al abrir la puerta, encontré vacía la cama. Prendí la luz y la encontré, a la pobre, a un costado junto a la pared, en el piso, pero aún dormida.

Por la mañana, nos amamos. Como siempre desde hace 4 años. Y como siempre, se va con el frío de la mañana. Le pido que se quede, pero tiene muchas cosas qué hacer. Ella dice que lo nuestro es sólo sexo, que somos dos amigos que se gustan y que debemos dejarlo así. Más nos vale no mezclar las cosas y conservar nuestra maravillosa amistad. Yo pienso que en algún sentido tiene razón.

Ya sé que no me amas, ni yo a ti
Para qué me lo vas a repetir
Las palabras no son más que un obscuro antifaz.
Una manera de disimular tu ansiedad

Mientras tomaba mi café, miraba por la ventana y sentía los rayos del sol. Me gusta estar solo cuando tomo el café. Una fila de hormigas negras cruzaba el filo de la ventana y llevaban, tan lindas, las moronitas de mi gusano de azúcar. A veces me gustaría que se quedara, podríamos hacer un buen domingo, juntos.

Deja el abrigo y ven
Hay sitio para los dos,
Y nada va a pasar
Que no queramos tú y yo.

Han pasado tres meses y toca a la puerta, por fin llegó. Al entrar a mi casa, dejamos afuera al mundo y las relaciones que en ella tenemos. Aquí dentro sólo estamos ella y yo, hasta el amanecer. En esos tres meses, llego a extrañar su sonrisa, su mirada tierna, sus manos que me acarician, voz ronquita, su espalda en mi pecho mientras dormimos, sus senos en mis labios... Para cuando me visita, lo más seguro es que ya olvidamos cómo somos. Cada tres meses nos volvemos a presentar.

Las cuatro y media no me harás usar,
Contigo la estrategia habitual,
Qué importa que nos acabemos de conocer,
Así podrá el azar jugar también su papel.

Nuestro vocabulario no incluye palabras serias como dolor, pena, hijos, pasado, exparejas, padres, familia, moral ("moral" sólo es seria cuando es la propia), sobre todo: amor. Ni como sustantivo, ni como adjetivo, ni como verbo en ninguna conjugación.

Por qué no te terminas el café,
No haré ninguna muesca en la pared
Si quieres irte ahora, bajo a abrirte el portal.
Perdí ya tantas noches, una más... qué más da

Así ha sido en 4 años. Una relación sin apellidos, donde no pasa nada que ambos no queramos. Desde que vivo cerca de la playa, esa mujer cambia su nombre cada tres meses, pero no falla. Siempre llega.

Deja el abrigo y ven
Hay sitio para los dos,
Y nada va a pasar
Que no queramos tú y yo.

agosto 31, 2009

Anoche me despertó un ruido

Según pude reconocer, era un tejón. No lo comprobé porque el patio de atrás donde estaba el animal, estaba en completa oscuridad. Allá, en el jardín hay muchas plantas en macetas, cubetas, bolsas, botes y lo que sea. También cubren de sombra cuatro árboles de mango, dos nísperos, un aguacate, una palmera, un hule, un tabachín, una jacaranda, un guayabo, un naranjo, un mandarino, una granada y un mamey. De cuando hicieron esta casa, seguramente que nadie imaginó hacer tantas divisiones. Los árboles quedaron en medio y los lados cubiertos de plantas: bugambilias, tulipanes, alcatraces, pensamientos, y muchas que no sé sus nombres. La humedad que se mantiene en esta parte de la casa (y debo decir, de la cuadra) genera mosquitos, hormigas, y en general, muchas alimañas. La mini huerta que compartimos las cinco casas nos provoca, además de muchas frutas, muchos problemas como cuando encontré una familia de lagartijas viviendo entre mis almohadas; o cuando las palomas anidaron en mi techo y tuve después, una colonia de piojos viviendo en mi ropero. En general, a todos nos dan problemas porque obstruyen el drenaje, rompen los cables de luz, se comen nuestras despensas, ensucian nuestros sillones, nos asustan por las noches y además, hace tiempo que no nos permiten entrar a la mini huerta. Yo no me asomo siquiera.
Cerré la ventana y quise seguir durmiendo. Un mosco se acercaba temerario hasta mi nariz. Encendí la luz muy a la fuerza, pero determinado a acabar con el intruso. Después fue una lagartija, de las besuconas. Del otro lado, el conductor de un auto no miró a tiempo el tope y terminó por hacer un escándalo al volárselo. Y a lo lejos, el maullido de los gatos, ladrido de perros y hasta algún desvelado escuchando corridos peronés. Definitivamente tenía insomnio. Un vaso con agua. Contar hasta cien. Música suave, un poco de jazz, siento comezón en la espalda, luego en una pierna. Tengo calor y me quito la camiseta. Una vuelta, dos, me revuelco. Mis ojos no se cierran. Ya no escucho ruidos, sólo mi corazón, mi respiración. Por mi mente cruzan imágenes de soledad, como pinturas de Remedios Varo, siempre me provocan soledad. Entonces recuerdo lo solo que estoy; hace tiempo que no viene nadie a visitarme. Me he vuelto un tipo demasiado serio, distraído, ensimismado, retraído. Ya no siento ganas de platicar con nadie, me aburro. Me viene un tedio tremendo de estar escuchando a las personas... Nadie dice algo nuevo o por lo menos interesante. Vivo sumergido en un clima de mediocridad donde me hundo sin opciones. Nada va a cambiar porque ya nada importa. Pensé que era una racha de mala suerte, pero ya han pasado 12 años. Hace tiempo que no me apasiono, quizá ya no vuelva ese sentimiento. No conozco una mujer que me guste suficiente como para sonreír. Y yo, aunque pudiera gustarle a alguien, mi carácter ha sido pasado por limón y cada día más agrio. En seguida me desprecian, me ignoran. Tal vez estoy más encorvado; siempre tuve mala postura, pero los años han hecho lo suyo. ¿Qué pasaría si en esta oscuridad, en este silencio, en esta soledad, muriera? Absolutamente nada. Pienso que alguien lo notaría sólo por el olor a carne descompuesta. Aún así, evitarían notar mi ausencia, lo sé.
Nunca salí del país. No viajé suficiente. De joven me gustaba salir a cualquier ciudad. Los viajes ilustran, decía mi padre. Se terminó mi juventud y con ella, mis ánimos. La única vez que amé, me comporté como un tonto y dejé que ella se fuera. No hice nada por alcanzarla. Después de eso, mi vida se fue apagando. No tuve hijos, abandoné a mis padres. Siempre dije que mi trabajo me mantenía ocupado en esta ciudad, aunque la realidad es que me daba mucha vergüenza que conocieran mi miseria. Creo que hasta mi madre se olvidó de mí. El día que terminé mis estudios en el instituto, junto a mis compañeros de clase, me sentía en la cima del mundo, con todo lo necesario para conquistar el reino. La suerte nunca me miró. Las puertas se fueron cerrando poco a poco, hasta que terminé aquí, en este cuarto rentado, perdido, habitando con personas desconocidas, indiferentes, miserables como yo. Ni siquiera he sido capaz de hacerme de un televisor, a veces, ni siquiera tengo comida. Las pocas cosas que hay aquí, ya estaban cuando llegué. Me quedé sin amigos y sin nada. Incluso ahora que estoy en esta oscuridad, siento que también pierdo el aliento. Si muriera, nadie lo notaría. En realidad, hace tiempo que estoy muerto.

agosto 28, 2009

Ni cercas ni mares ni largos años

Así dice Silvio Rodríguez, que pronto estará nuevamente en el Auditorio Nacional.
Digamos que me equivoco. Entonces borro lo que escribí. ¿Diríamos entonces que cambiamos la historia? Esto fue escrito en un foro informal sobre si el pasado se puede cambiar. Hace unos días conocí a alguien con quien he borrado el pasado. Aquí está más complicado. ¿Cómo borras el pasado que no existió?

De dos horas, saco tres vueltas de pensamientos respecto de la sensualidad de su boca, de su mirada, de su voz, de su cabellera y de su cuerpo, o más bien del conjunto, que abre las posibilidades.

Estos pensamientos retumbaban mis oídos mientras leía en un diario viejo una noticia sobre desempleo. Cada día es más defícil encontrar un empleo, sobre todo cuando intentas vivir con tu título de Saltador Cuántico del Tiempo.

Así que después de terminar la nota y deprimirme, decidí volar con el humo del tabaco y alejarme con las notas de Garden de Pearl Jam... Pero pronto desperté. Tocaron la puerta. Me asomo medio cuerpo por la ventana pensando que es Pablo, el vecino de junto que me invita a comer cada dos o tres días.

Es él, o al menos su espalda. Busco cualquier camiseta para evitar una imagen de haragán cuando abra la puerta. Bajo los escalones hasta tomar la manija con la mano izquierda. Paso una última revisión a mi cabello y abro la puerta.

El dolor me viene más fuerte cada vez que quiero abrir los ojos. Dice el médico que no podré tener una vida normal, que muchas cosas cambiaron ahora. Pablo murió instantáneamente, al menos no tiene que estar aquí para intentar abrir los ojos.

Mi pregunta es: ¿Se habrá enterado Pablo de su muerte?

Aquí es donde hago consciente lo inconsciente: Digamos que me equivoco. Entonces borro lo que escribí. Y ella vuelve a aparecer. Con su cabellera, su boca, su voz, su mirada y su cuerpo, con todas las posibilidades que implica.

¿Diríamos entonces que cambiamos la historia?

Silvio, vamos a cambiar la historia. Frente a los prejuicios se ven hermosos y dicen que al fin nunca llegan tarde para que un amor los haga dichosos y así dan cuenta de un buen amor.

agosto 26, 2009

Invento de una historia


Para esta historia, utilizaré "Artefacto" de Gustavo Cerati:

Compré una planta de Tulipán para mi mesa. Apenas tenía dos botones, sin flor. Me recomendaron darle dos horas de sol por día.

Y todo iba bien entre nosotros, hasta que comenzó a ser caprichosa. A veces, me pedía más sol, aún sabiendo que no sería lo mejor para ella. Lograba manipularme. Yo fui dulce con ella, para que ella adornara mi mesa con la dulzura de su aroma.


Dame algo dulce, nena
Suelo volverme amargo
Quiero tenerte así por horas... y horas.
No es una charla de computadora.


Decidí no ser tan consecuente. Incluso me atreví a decirle que se relajara, que el universo no giraba a su alrededor. Se marchitó. Volví a ser dulce y le di más sol, o agua, o nutrientes, según como ella me pidiera.


Es un presagio más feliz.


Volvía, al cabo de unas horas, a darme su dulzura. Se animaba, cobraba color, hasta se movía ligera y graciosa con el aire que venía a visitarnos cuando dejábamos la ventana abierta.


Mundos imaginarios
Están flotando en el aire
pasan por nuestros cuerpos
ecos de mil radares.


Así íbamos y pasaron los días. Teníamos algunas fricciones como cualquier pareja que cohabita. Al parecer, ambos habíamos aceptado la situación y seguir siendo felices.


¿Cuánto te afectan?
Nadie lo sabe
Ningún engaño
Te hace feliz.


Hasta que ya no entendí si éramos felices o sólo habíamos inventado esta historia para pasar el rato.


Es un presagio más feliz.


Esto nos es un invento
Para pasar el rato
No hay ningún artefacto
Que sea visionario.


Así que tomé una decisión. La devolví a la florería para cambiarla por un ramillete de Flores de Azahar.

http://www.youtube.com/watch?v=VXYC3R6tkY4

El placer precede a la muerte/vida


Nunca estuve muerto para comprobarlo. Tampoco recuerdo tanto en el pasado para describirlo. Un día, en los tiempos de estudiante universitario, tenía sólo algunas monedas y mucha hambre. Resolví comprar un paquete de galletas "Deliciosas" y un litro del refresco más barato. Con eso tendría todos los valores nutricionales diarios recomendados por el Instituto Mexicano de la Diabetes. De postre, un cigarro sin filtro. De ambiente, una selección de 6 temas absolutamente demoledores: "Mojado" de La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, "La Balada" de El Tri, "Viajero" de Banda Bostik, "A esa gran velocidad", de El Haragán, "¿Será por eso?", de Caifanes y "Dios salve a las bandas", de la Banda Bostik. Era tarde bohemia.


Así estaba cuando tocaron la puerta. Era Marce que venía a amarme.


Ante tal situación, Marce pensó que estaba deprimido y me exigió desahogarme. Aproveché para contarle algunos cuentos de jóvenes deprimidos que seguro terminarían muertos, en un mejor lugar. Marce se conmovía hasta con la(s) mirada(s) de una mosca.


Me abrazaba y me daba ánimos. También algunos consejos y promesas de apoyo. La besé. Entonces nos besamos y nos olvidamos de todo aquello. El aroma de su perfume ocultaba el sabor del exceso de azúcar en mi boca. Nos besábamos con mayor intensidad, cada vez más, y más.


Tanto nos besamos que decidimos tragarnos enteros. Había sido la relación sexual más placentera que cualquier cualquiera hubiese tenido en tales circunstancias. Queríamos que fuera eterno, pero había que terminar. La explosión nos permitió desintegrarnos hacia el cielo en polvo brillante. Poco a poco, conforme la respiración se relajaba, la brillantina caía sobre el suelo cubierto de las hojas rojas del otoño, para volver a formar nuestros cuerpos, muy poquito a poco. Yo ya estaba terminado cuando, un viento entró muy fuerte por la ventana y se llevó el polvo de Marce. No logró reintegrar su brillantina.


El placer precede a la muerte/vida.


Ahora, observa y escucha el siguiente video: http://www.youtube.com/watch?v=n_4sCm3dirs

Una manzana para Adán


Escuchando una canción de Tintán, me acordé un viaje que hice hace unos pensamientos hasta la tierra de una querida amiga, de la caul, ya no soy amigo. "Yo era un pachuco hidalgo, quiero decir, un hidalgo de Pachuca, Hidalgo". Esa mañana fría en la ciudad mexicana de los vientos, desperté sin ganas de levantarme. Bien quería quedarme entre las sábanas a disfrutar el clima. Pero no. Me levanté (a eso había ido), encendí el televisor para escuchar las noticias del día... Una manzana al día, es un día más de vida, aseguraba una doctora con su bata blanca y con autoridad.

Helga es una mujer de 23 años. Es asistente de la Delegada en este estado, de una institución federal. Es delgadita, delgadita. Linda, aunque algo distraida de mí. La primera vez que nos vimos fue porque entré a la oficina donde trabaja, perdido, buscando información. No recuerdo qué más pasó, sólo recurdo su boca moviéndose diciendo algo de poca importancia.

Salí del hotel sabiendo que la vería. Llegué y miré alrededor, para saber quiénes estaban en el evento, apuntar todos sus nombres, buscando los mejores ángulos para observar la escena, las mejores fotografías, pero sobre todo, tratando desesperadamente de encontrar sus hemrosos ojos claros.

Su pelo largo, lacio, negro, siempre está sujeto para dejar su rostro inmaculado. Su boca es la parte que más me gusta, aunque quizá sea también la parte que más me pueda hacer daño. Al fin, después de cinco discursos, dos compromisos firmados, tres chistes involuntarios, y algunas toneladas de aplausos huecos, los funcionarios federales, los estatales, los municipales, las organizaciones de la sociedad civil, los civiles desorganizados y los ejemplares representantes de los medios informativos, tuvieron a bien marcar la hora dle receso.

Helga seguía distrída de mí, pero la palabra de dios estaba de mi lado.

Una señora muy amable (a manera de chisme, cuento que Doña emitía un extraño seseo en sus expresiones), había caído rendida ante mi encanto natural. Es decir, nos caímos bien y pronto me decía: "acércate para que te tomes un cafecito", o "¿ya probaste las galletas?". Según recuerdo, estaba hambriento porque habían pasado horas desde que comí la fruta en el hotel. Moría de hambre, pero mi responsabilidad informativa no me permitía buscar el sacrosanto alimento. El rechinido de mis tripas me evidenciaba.

En una de esas, Doña amable conversaba con Helga. Doña sacó dos manzanas de una bolsa de tela que quién sabe dónde había disimulado por horas. Le dio ambas a Helga e hizo una ademán hacia mí, mientras yo me hacía el ciego.

Helga venía caminando a mí. Me cae que hasta las rodillas me temblaron. Me había pasado la mañana buscando su mirada sin pretexto, con frustración porque no tenía palabras para ella. Sentí el hueco en el estómago aún más profundo porque no sabría reaccionar a lo inminente.

¿Cómo iba a rechazar el ofrecimiento de esta Eva tan hermosa, aun sabiendo que moriría por mi singular alergia a la manzana?

agosto 19, 2009

Ejercicio


En la barra de búsqueda de Google escribí "Christopher se siente" y éstos fueron los resultados:

1. Con la ciudad desierta, Christopher se siente capaz de salir al exterior, entrar a una tienda y comer sus dulces favoritos, que creo que son los Smarties, ... (otro desorientado como yo).

2. Definitivamente es en el arte donde Christopher se siente como pez en el agua y otra de las facetas que pretende explotar es la literatura. ... (debe ser maldición del nombre).

3. Christopher se siente aliviado, por un momento creyó que sus planes no podrían realizarse. David se acerca a él y le pregunta quién es. ... (David? será el rey?).

4. Christopher se siente ya muy borracho, excitado no le importa nada de lo que acaba de oir nada solo desea a esa mujer. ... (esto sí se refiere a mí, jaja).

5. Christopher se siente inmediatamente atraído por Marisa. Suponiendo que ella es una huésped más del hotel, le pide que les acompañe durante el paseo. ... (lástima, no conozco ninguna Marisa).

6. Christopher se siente triste al tener que despedirse de ella en el último tramo del camino, que hacemos por camioneta hasta nuestro hotel en la Bahía de ... (cuál bahía?).

7. Así pues, a los treinta y cuatro años, Christopher se siente solo y desea la compañía de una mujer, una esposa para compartir su pequeño imperio. ... (jaja, compondré una canción que se llame "when I'm 34"...).

8. Caso de debate Christopher se siente asustado por algún motivo en concreto, por lo que se recomienda ... (qué! qué! qué se recomienda!!).

9. Christopher se siente muy a gusto con Toby su rata doméstica y con las matemáticas. La gente en cambio, le provoca confusión, ... (uy! es soy yo de niño).

10. "La Católica a través de su técnico tiene que definir quien será su primer arquero y en ese sentido, Christopher se siente capacitado para ser el número uno ... (exacto, la Católica es el mejor equipo de Chile).

Aquí temrinaba originalmente el ejercicio, pero agrego tres más que resultan ejemplares:

11. Con reflexiones como éstas, nos damos cuenta, no sólo de por qué Christopher se siente confuso, sino de por qué a veces no nos entendemos o de por qué, ... (el signo de la seorientación se lleva impreso en las piel del cristofer).

12. Christopher se siente ridiculo. Él siempre usa calzoncillos y ahora, usar esa indecencia no lo puede creer. Lo que hace uno por sexo... esta vieja le gusta jugar ... (ups!).

13. Christopher se siente superior por eso, me estoy sintiendo insoportablemente engreido por eso de ver como te retuerces en mis brazos de ver como vas y me ... (ufff! que tipo más pesado).

Hora de cerrar esto y mirar Band on the run del Paul McCartney.

agosto 17, 2009

Domingo

Mi amigo Domingo jamás imaginó en aquellos años de infancia, que yo lo recordaría después de diez años sin vernos, un día domingo en que miraba series en televisión. Domingo era un tipo del que no me interesaba saber nada. Es más, no recuerdo de él nada más que sus ojos chiquitos y nariz grande como armadillo y su nombre.

Lo recordé porque mientras miraba una serie en televisión, llegó a mi teléfono el mensaje de una mujer a la que amé. Domingo se encargó de presentarnos un día cuando por casualidad entré a la tienda donde el vendía refrescos. Ella me sonrió y dijo su nombre. Domingo parecía muy emocionado, recuerdo su risa y sus ojos pequeños queriendo crecer.

Después de eso no recuerdo nada de Domingo, pero ayer domingo, cuando leí el mensaje de mi ex amada, pensé en aquellos días de domingo en que ella y yo nos pasábamos las horas en una habitación de hotel, con comida y bebida suficientes, fingiendo que éramos una pareja de adultos y no adolescentes con ansias de amar.

Esos domingos en que nos hacíamos tantas promesas. Tú prometiste amarme para siempre; también no separarte de mí nunca. Claro, aún no sabías que te enamorarías después de otro chico. Prometiste estudiar una carrera, comer más saludable, ir a correr conmigo, pero sobre todo prometiste amarme.

Yo prometí amarte y no olvidar los domingos. Salud por mi amigo Domingo.

agosto 14, 2009

Me iré a vivir a un cuarto


porque la casa donde estoy ya es pequeña. No porque haya encogido, es que crecí. Busqué el más barato, el más cercano, el más grande. Resulta que también es el más iluminado y el que más está hecho para mí. La chica con quien hice el trato parece una buena persona. No creo que le importe mucho lo que yo haga, más bien son mis billetes. Pocos, pero igual de valiosos en cualquier parte del país.

La casa tiene dos entradas. En la primera es una puerta negra que da a unas escaleras a un segundo piso. Ahí es donde viviré. La segunda es un portón que se abre para que de día se convierta en tienda de abarrotes. Mi piso, el segundo, tiene una ventana a la calle y dos al patio trasero de la vecina. No tengo vecinos en los costados ni arriba.

La pared de la sala tiene una mancha que, según me dijeron, no se quita con nada, que debe ser algún tipo de resina, grasa o humedad que la pintura no cubre. Que no me preocupe, que no tiene consecuencias. Pero la mancha no se quita con nada. Ya lavé la pared con todo lo que se me ocurrió y nada. La pintura se deshizo al día siguiente de que la cubrí. Al otro lado de la pared no hay nada.

Es mi tercer noche en el departamento y no sé por qué me da tanta curiosidad esta mancha. No me la explico. Es grande, abarca más o menos medio metro de diámetro. Tiene ondas en tono café claro. En el centro se oscurece más. Anoche, sentí que la mancha se movió. Bueno, no como moverse, más bien como vibrar. Percibí una sensación de vibración mientras dormía. Debo decir que me quedé dormido en la sala mirando la mancha. Tiene algún efecto hipnotizante. Esa vibración debe ser de tanto verla.

Hace dos noches que ya no llego a mi cama. Esta vez, al salir de bañarme por la mañana, escuché un ruido que venía de la mancha. Me acerqué para verificar y pude ver por un segundo que las ondas en tono café en la blanca pared se movieron. Encendí el estéreo para relajarme con música, pero la mancha no me lo permitió. Al subir el volumen de mi aparato el sonido se vició lastimando mis oídos y los de muchos alredodor, seguramente.

Hoy fue la televisión. Simplemente no prende. Deber ser la mancha. De pronto, un viento entra por la ventana que da a la calle y derriba un florero con flores secas. El ruido no me sorprendió, pero sí las flores secas que volaron hasta la mancha y se quedaron pegadas a ella. Yo quise tomarlo con calma, pensando que esto debe ser el preámbulo a que se desvele la causa de la mancha. Encendí el último cigarillo que tenía y al arojar el fósforo hacia el piso, también voló hasta la mancha y junto con las flores se fue hundiendo en la pared hasta desparecer.

Saqué mi teléfono celular para tomar una foto de la mancha, pero un ruido que más bien era chillido salió de la pared y brinqué del susto. Mi teléfono se apagó, también mi cigarrillo y el viento agitó mi cabello hacia la mancha. Intenté darme vuelta y no pude dejar de mirarla. Mis manos no respondian a mis órdenes. Ni mis manos ni nigún músculo de mi cuerpo. Ni siquiera podía parpadear. Poco a poco el aire me arrastró hasta ella que abriendo sus fauces, me engulló sin que hasta el momento sepa a causa de qué estaba manchada la pared.