enero 22, 2010

40 días sin escribir

Origen de la imagen

Fueron 40 días con sus noches, excepto hoy.

Tuve que hablar con ella para decirle que estaba harto de ser el oculto. Que me sentía limitado para amarla, que no disfrutaba de esconderme... y todo, por evitar más complicaciones.

Así que decidimos separarnos. Es lo correcto, es lo mejor, es lo sano, para los tres, para todos. Sin embargo, cuando subió por esa escalera y desapareció entre la gente, mi corazón latió más fuerte que nunca como queriendo correr tras ella porque algo se me iba.

Pero no lo hice. Es lo correcto, es lo mejor, es lo sano, para los tres, para todos.

Traté de pensar en otra cosa, en otras personas. En mi camino, con la mirada me encontré una caderas amplias y llenas, unos ojos verdes, una sonrisa encantadora, uno senos como capullos de rosa en pleno despunte y nada, ella no salía de mi mente. Incluso, ahora comienzo a sentir ansiedad, no hay en la calle ningunas caderas como las de ella, ningunas.

La extraño. Han pasado veinte minutos desde que la dejé de ver y la extraño. Su aroma, su risa, su voz, sus coqueterías. Llego a casa. Cruza por mi mente la idea de llamarla, decirle que soy un imbécil y que todo lo que dije son tonterías, que no las crea y que mejor las olvide. Pero no me atrevo. No quiero que a partir de esa llamada, ella sepa que me tiene loco e inicie a aprovecharse de mí, de mi ¿amor?

Pasa una hora. No me concentro. Se me cae el agua en la mesa, escribo una palabra por otra, cierro ventanas que no quería, miro el teléfono y pido que me llame.

Al fin, suena el teléfono y contesto sin pensar, deseando sólo escuchar su voz. Es mi madre que llama para preguntar cómo estoy. Bien, madre. Esperando una llamada.

Respiro profundo. Me duele la panza, siento comezón desde la boca del estómago hasta la boca, como mi alergia a la manzana. Camino de un lado al otro, voy al baño y vuelvo, me miro en el espejo y veo mi sonrisa de nervios. Caigo en la cuenta de que esto no es normal en mí. Que no tuve la necesidad de llamarle a alguna desde hace muchos años. ¿Así se siente el amor? Vuelvo a respirar. Ahora sí me tranquilizo, pienso en esa conversación y en su mirada, en sus reproches y en los míos. En esa frase que me rompió la boca: "Sé que no cuento contigo. Nunca me has demostrado apoyo". ¡Zas! Fuertes declaraciones llenas de sentimiento. La recuerdo sabiendo que fue sólo eso, una conversación necesaria, para aclarar puntos. Y que ahora, el siguiente paso es pedir perdón.

Decirle que todo eso es absurdo. Que le quiero y no hay ninguna palabra que exprese lo contrario en lo que dije antes. Que soy un imbécil. Un imbécil que quiere estar con ella pase lo que pase. Pero se lo diré mañana. Para que no sienta que me muero por ella y que me tiene domesticado. ¿Qué es domesticado?, dice el Principito.

¡Que chingás! Le llamo ahora, que para eso soy el que soy y por eso estoy aquí, vivo. Querida, llamé para decirte que todo lo que dije hace tres horas es absurdo y que yo soy estúpido. Te quiero y no quiero separarme de ti. Te pido que olvides todo lo que dije. No soy nadie para decirte lo que tienes qué hacer y en todo caso, yo estoy para recibir lo que me des, que con eso soy feliz.

No eres estúpido, dice ella. Lo haré por ti porque tampoco quiero que nos separemos.

Así, a la siguiente mañana me sentí el imbécil más feliz del mundo, luego de caer en sus redes por voluntad propia. ¿Así se siente el amor?

Luego, pasó el efecto, al mediodía siguiente. Ahora, después de todos estos años, sé que eso no fue amor, fue el enamoramiento. El amor lo hacemos cada vez que desnudos, nos encontramos con la mirada y con los labios.

Esta lectura se recomienda escuchando All I Need de Radiohead:

http://www.youtube.com/watch?v=cdrCalO5BDs