septiembre 28, 2009

Tuve la necesidad de amar


y encontré una canción con la que luego de oírla tres veces, me emocioné con ella. Conseguí que se me apareciera con frecuencia, luego la tuve conmigo y la agregué a mi ipod. Hice una lista de reproducción donde sólo ella aparecía. Se repetía una y otra vez. La puse cuando salí a correr a la cancha de futbol. Se repetía indefinidamente. Me bañé y mientras planchaba mi camisa, la seguí escuchando. La escuché de camino a la oficina. Durante todo el trayecto hasta que me la aprendí perfectamente. La disfruté en cada frase, en cada palabra. Es una canción que no habla de mí y no le importa que me identifique con ella. Es una canción muy respetuosa.

En la oficina no pude escuchar a nadie porque tenía los audífonos puestos escuchando esta canción. Las personas me hablaban y sólo miraba sus bocas moverse, me hacían gestos que parecían señalar a mis oídos. No supe qué querían. Pero así es cuando uno está enamorado de una canción. No quieres dejar de escucharla. De regreso a casa, iba en la ruta y una chica me sonrió, me miraba con insistencia. Por un momento pensé que quería decirme algo, no quise saber. Estaba ocupado escuchando mi canción. También en el metro, los vendedores venían con sus bocinas, pero no los escuché.

Por la noche, después de repetir su letra innumerables veces, me quedé dormido, con los audífonos puestos, escuchando esta canción. En sueños, mi cerebro siguió escuchando sus acordes y seguramente las letras. Cuando desperté, la batería de mi reproductor se había terminado y no sé cuánto tiempo dejé de escuchar la canción.

Entonces me sentí confundido. ¿Estaba enamorado de ella? ¿Cómo confirmarlo? Sólo tengo unos días de conocerla. Ha pasado tiempo desde que estuve enamorado, no sé si puedo reconocer la sensación. Además, me he vuelto cobarde con el amor. Como lo veo, hay dos opciones: sigo escuchando la canción hasta el infinito sin pensar qué pueda suceder o me relajo y voy por otro disco a la tienda.

En este día, pasaba la lista de reproducción con la canción ahí, pero la ignoraba para no escucharla esta vez. De alguna manera, sólo la evité. Soy mezquino a veces. Me muestro indiferente y en realidad lo soy. La canción ya pasó de moda y sigo escuchando otras canciones. En el fondo de mi ser, he olvidado su melodía; pero a ratos, cuando la soledad me abraza, la escucho suavecita y me martiriza saber que alguien más la escucha. Entonces, el insomnio se asocia y me agobio pensando en ella, en lo miserable que soy.

Así he olvidado mil canciones y ellas me han olvidado a mí.

Hoy desperté y estaba escuchando la canción. Se programó a voluntad o por casualidad. ¡Qué bello amanecer con ella a mi lado! Sentir sus armonías acariciando mis oídos, mi cerebro, mi espíritu. Nunca más volveré a dejar de escucharla. Al menos, hasta que grabe otra canción.

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